miércoles, 25 de marzo de 2009

Cosas dificiles para hacer del moño


Hay muchas cosas que son casi imposibles de hacer cuando uno está de fasito, y no hablo de las cuestiones que requieren concentración, como entender la película Memento, sino que me refiero a las cosas cotidianas estas que nunca cuestan nada cuando un está "cara", pero que revisten una grave dificultad luego de un par de sequitas.

-Recordar el número de celular que siempre te acordás y por eso no lo tenés agendado

-Cocinar tortilla de papa

-Acordarse la clave para postear en este blog

-Elegir la comida en un restaurante

-Pelar una naranja

-Estornudar sin que te salgan mocos

-Hablar con la gente que no sabe que fumás

-Acordarse de más cosas dificiles de hacer (colaboren)

-Pero por sobre todas las cosas, hay algo que por alguna extraña razón es imposible de hacer. Todos los fumetas amamos ir al supermercado de la cabezota (y media), en este santuario del consumismo se prensenta la más grave dificultad: DESPEGAR LA BOCA DE BOLSA para guardar las cosas, esas bolsitas de fukin plástico que vienen bien pegaditas pueden producir surmenage, en serio hoy me pasó por eso estoy en cama y fumado.

domingo, 22 de marzo de 2009

Papel con papel


Tenía razón la gente de Voligoma. Nos vino advirtiendo desde que éramos chicos sobre cómo pegaba. Sólo que de grandes nos dimos cuenta.

Y cómo pega papel...

miércoles, 18 de marzo de 2009

Colomna enmarihuanada

Héctor Abad es quizá el gran escritor colombiano de la última década. Cuando estuve por allá, todos los periodistas con que me encontré tenían para contar algo de él, presumían con su nombre. Y no fue por nada. Es el autor de El olvido que seremos (¡qué título!), una biografía clave para entender el conflicto colombiano. Ayer un amigo bogotano me envió un artículo que el escritor publicó en El Espectador. Y, como nosotros, Héctor Abad, habla del faso.



Columna enmarihuanada

por Héctor Abad.

Acabo de fumarme un puchito de marihuana. Los miles y miles de libros de mi biblioteca, de todos los colores, están bailando conmigo.
Es como si los hubiera leído a todos y me saludan de lejos, moviendo las páginas como viejos amigos. No sé por qué, miro a mi novia y se me parece a Nefertiti; casi nunca la había visto tan bonita. Yo sé que los libros no bailan y que mi novia no es Nefertiti; pero verlos bailar y verla como Nefertiti es una experiencia bonita. Irreal, pero bonita.Daniel Pacheco, columnista de este periódico que valientemente se declara consumidor de drogas, nos está invitando, antes de que prohíban la dosis personal, a que hagamos una manifestación portando “una dosis de personalidad”. Yo espero poder asistir y pienso llevar una soga. Es la soga con la que podría ahorcarme, pero con la que espero no tenerme que matar. Quiero tenerla a mano, por si me da la gana, nada más. Porque ni Uribe ni Uribito, ni Palacio ni Palacito, me lo pueden impedir.Prohibir el porte y el consumo personal de marihuana o de cocaína, para que no haya drogados, será tan eficaz como prohibir las cuerdas y el matarratas para que no haya suicidas. Si uno se quiere matar y no encuentra cuerdas, se busca un precipicio o se cuelga de un bejuco. Lo que defendemos quienes defendemos la dosis personal es la libertad. La libertad, incluso, para jodernos la vida, si la vida nos jode y nos la queremos joder. Hacía años que no me fumaba un porrito de marihuana. Me la consiguió un amigo; empacada al vacío, punto rojo de la Sierra Nevada de Santa Marta. De lo mejor del mundo. En Ámsterdam la venden carísima. Tengo sed; tengo los ojos rojos. Acabo de poner las Variaciones Goldberg, de Bach, tocadas por Glenn Gould. Siempre me ha parecido, estando sobrio, que es una música celestial. Ahora, con el efecto del punto rojo, me parece que he llegado a un paraíso musical superior.Cojo un viejo libro que me estaba saludando mucho. Es de un autor inglés consumidor de opio. Dice algo muy interesante. Dice que cuando uno consume opio comprende que “lo único real es el dolor”. No voy a probar nunca el opio; no debo. He estudiado y sé que produce una adicción irrefrenable. Si no la produjera, probaría también opio, pero la educación me dice que no lo debo hacer.No fumo tabaco, por el cáncer. Si Uribe y Uribito prohibieran por completo el cigarrillo, me pararía frente al Palacio (y frente al Palacito) a fumarme un Pielroja, dos Pielrojas, cien Pielrojas. Dice Nefertiti que ella no confía en aquellos que no se toman ni un trago. Algún demonio muy hondo tendrán que ocultar. Si Uribe y Uribito prohibieran el alcohol (con lo que les gusta), me conseguiría una botella de ron de contrabando y me haría encanar.Cuando prohíban la dosis personal, por la pica, me voy a parar a fumar marihuana en la puerta de la Catedral. Para que me lleven, obligado, donde un policía y donde un psiquiatra. Le mostraré al psiquiatra todos los libros que he leído, todos los libros que he escrito, toda la música que he oído y todos los cuadros que he visto con la percepción exacerbada por la droga. Y si quieren, que me encanen. Si me encanan, llevaré una cuerda. Si me quitan la cuerda, llevaré los cordones de los zapatos. Si me quitan los zapatos, dejaré de respirar. Para qué respirar donde no hay libertad.Creo que ya se me pasó el efecto. No creo que me haya hecho ningún daño. El que se sienta dañado por mí, que arroje la primera piedra. Adiós, me voy p’al cuarto a dormir con Nefertiti. Bien comprendo la envidia que les da.

lunes, 9 de marzo de 2009

LA frase

Hace poco encontre en un blog amigo LA frase sobre el consumo de maryjane: 

La planta me eligio a mi...

Coinciden? Discrepan? tienen otras?